Pablo Diaz
Tercer año del mandato de José Mourinho en el Real Madrid, con una
estructura con apenas cambios. En dos campañas, el portugués ha moldeado
el club y la plantilla conforme a su manual de estilo, hasta el punto
de sólo necesitar algún retoque para la nueva temporada. En ella, tras
las consecuciones correlativas de la Copa del Rey y la Liga, el objetivo
al que todo el madridismo apunta es la Liga de Campeones.
Pero la Liga es el día a día y el termómetro que medirá a este Madrid
de los récords. Tras un año prácticamente insuperable, con récord de
puntos y de goles, el equipo blanco volverá a exigirse en su día a día
mirándose en el espejo de su único rival, el Barça. Una derrota, un
empate o un gol menos que su enemigo puede marcar el devenir de una
competición de 38 partidos. El duelo Cristiano Ronaldo - Messi viajará
paralelo a esa rivalidad.
A falta de saber si se reforzará el lateral derecho, único puesto en
la plantilla sin dos jugadores de garantías, la llegada de Luka Modric
aportará, en principio, el descanso para Xabi Alonso que no le concedió
Nuri Sahin. De lo poco que se puede acusar al último Real Madrid de
Mourinho es la falta de pausa. La llegada del croata puede paliar esa
deficiencia que en algun día clave -la semifinal de Champions ante el
Bayern, por ejemplo- algunos han echado de menos.
Así, el Madrid parece un equipo hecho y sin grietas, una vez
convencido Higuaín para la causa. Su pugna con Benzema, la regularidad
de Özil, el físico de Xabi Alonso, el salto de Khedira como su
acompañante, el control de la agresividad de Pepe o el citado hueco en
el lateral derecho son los detalles a consolidar en un plantilla sólida y
con las ideas muy claras y marcadas por el jefe del proyecto.